Dolores Mary Eileen O’Riordan murió prematuramente el día 15 de enero de 2018 y maldita la gracia que nos hace. Medio año antes me había dejado plantado para una cita que teníamos en Madrid, a la que no se presentó por motivos ajenos a su voluntad, lógicamente. Bueno, para hacer honor a la verdad, nos dejó plantados a mí y a otros millares de personas, que no soy tan importante. La cantante se vio obligada a suspender el concierto de la gira Something Else Tour, que estaba previsto en el Wizink Center, el Pabellón de Deportes de la Comunidad de Madrid de toda la vida, al final de la primavera. Comoquiera que la vida rara vez da segundas oportunidades, nunca jamás tuve la ocasión de verla en directo, puesto que la Parca tenía otros aciagos planes.
La controvertida artista, católica irlandesa hasta la médula, tuvo una vida a caballo entre sus dos pasiones, la religión y la música, y un trágico final a la altura de su martirizada existencia personal, que apenas si llegó al otoño de sus días. Su obra es un fiel reflejo de su tránsito por la vida, las distintas fases que atravesó y las inquietudes que la acompañaban en cada momento, unas veces desde una actitud más ensoñadora e inocente y, otras, desde una posición más prosaica y cínica, o incluso más antisistema cuando se inclinaba por la denuncia social, con especial relevancia del tema de las relaciones personales y familiares, en el que se aprecian fuertes contrastes entre su apasionada visión del amor romántico, ya fuera sano o tóxico, y la del amor paternofilial, más consistente y robusto. Todo el conjunto conforma, en definitiva, un mosaico de indignación, rebeldía, esperanza, tristeza y felicidad, pero, sobre todo, una íntima búsqueda de su propia identidad y un firme deseo de redención, como consecuencia de la mencionada influencia religiosa que mamó desde la cuna. De hecho, en sus comienzos, “la niña que escribe canciones” , como se la conocía durante su etapa escolar, debutó como vocalista en el coro de música sacra de las Iglesias de su localidad natal y aledaños, donde podía satisfacer esa naturaleza bipolar que fluía en su interior con tanta intensidad que, incluso, le envió la llamada como misionera. No obstante, tuvimos la suerte que dicha devoción se viera truncada y definitivamente su ánima se rindiera a las tentaciones artísticas, que doblaron el pulso de la vocación espiritual y dibujaron un sendero muy diferente, que trascurrió por los derroteros de la música. En cualquier caso, algunos retazos de su ramalazo religioso inspiraron momentos muy recordados como la interpretación del Ave María de Schubert, con Luciano Pavarotti, en el concierto Pavarotti & Friends, o sus actuaciones para los Papas Juan Pablo II y Francisco, cuando exhibió su faceta más pía.
Put your hands in my hands and come with me, we´ll find another end
I can’t be with you, No Need toArgue
Con todos estos antecedentes, su carrera se desarrolló fundamentalmente como compositora y cantante, con un estilo de voz tipo mezzosoprano, que utilizaba la técnica del canto yodel, tirolés para los amigos, caracterizado por los bruscos cambios de tono, es decir, un registro capaz de modular sin solución de continuidad desde dulzones susurros hasta estremecedores lamentos. Además, Dolores también hizo sus pinitos con la guitarra y los teclados, como bailarina ocasional con un estilo propio, tan pizpireto como cuestionable, que explotaba en los vídeos musicales, e incluso, accidentalmente, tuvo un testimonial paso por la actuación, interpretando a un trasunto de sí misma en un cameo de una olvidable película (otra más) de Adam Sandler. A lo largo de su trayectoria lanzó un par de discos en solitario, formó parte de una banda llamada D.A.R.K. y, sobre todo, fue la cara visible, la voz y el alma de uno de los grupos más grandes de los años 90: The Cranberries.
En efecto, la banda oriunda del condado de Limerick, ubicado al sur de la Isla esmeralda, llegó a vender más de 40 millones de discos en todo el mundo, a lo largo de una dilatada carrera de 30 años, interrumpidos por periodos sabáticos o de separaciones temporales más o menos conflictivas. El resto de los componentes de la banda fueron los hermanos Noel y Mike Hogan, guitarra y bajo, respectivamente, y el batería Fergal Lawler. Aunque Dolores fue la última en entrar, desde el principio le imprimió su propio carácter al grupo, comenzando por el nombre, que lo cambió del primigenio The Cranberry Saw Us (un juego de palabras que significa Salsa de Arándano) al definitivo The Cranberries.
Su primer álbum de estudio, publicado a principios de 1993, lleva por título, Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We? y su estilo supone una acertada fusión entre el pop británico de los últimos estertores de los años 80 con la tradición irlandesa, lo que, unido al tono ingenuo y soñador de las letras, da como resultado unas composiciones amables e idealistas muy fáciles de escuchar, que transmiten la esperanza de un comienzo lleno de ilusión. La presentación del disco en su gira por Estados Unidos supuso un éxito inesperado entre el ambiente universitario yankee que lanzó al grupo en el mundo anglosajón y extendió su fama por el Reino Unido, recorriendo el camino inverso a otros grupos que recibieron primero el respaldo de la orilla Oriental del Atlántico, como por ejemplo, The Killers, sin ir más lejos.
You´d better hold on to your promises, because you bet you´ll get what you deserve
Promises, Bury the Hatchet
A continuación, y de la mano de su segundo trabajo, No Need to Argue, lanzado en el otoño de 1994, llegó su consagración a nivel mundial, gracias a una canción denuncia que poco tenía que ver con la temática del primer disco. Se trata, por supuesto de Zombie, un tema en el que la vocalista canta apasionadamente sobre el conflicto en Irlanda del Norte, al ritmo de una pesadísima guitarra eléctrica. La fama de la canción se vio catapultada por la estética del vídeo musical que acompañó a su lanzamiento, una penetrante mezcolanza entre, por un lado, las imágenes en blanco y negro de niños de aspecto huidizo, llenos de tristeza y resentimiento, e intimidantes soldados que portan armas, y, por otro, unas escenas rodadas en color, con una preeminente tonalidad roja sangre, en el que una Dolores cubierta de purpurina dorada, al estilo Goldfinger, interpretaba la canción delante de una cruz rodeada de lánguidos ángeles, que representan a las víctimas infantiles del conflicto de sus mayores. De hecho la infancia es uno de los argumentos principales de un disco maduro que sustituye la inocencia del primer trabajo por una actitud mucho más mordaz. El corte fue galardonado en los MTV Europe Music Awards como mejor canción del año y mejor canción de rock.
Más adelante, en 1996, cuando el grupo surfeaba en la cresta de la ola, realizan su tercer lanzamiento, To the Faithful Departed, que profundizaba en la línea del trabajo anterior, con temáticas como la guerra y la muerte, aderezado con otras cuestiones que anunciaban los problemas que el grupo iba a experimentar en el inmediato futuro, tales como la falsedad, las drogas, la soledad y las decepciones. La apuesta salió cara en cuanto a las ventas, pero cruz en lo que se refiere a la establidad de la formación, que, al tiempo que disfrutaba del lado luminoso de la fama y la popularidad, sufría un gran desgaste físico y emocional, como consecuencia de sus giras interminables y la sobredosis de convivencia de sus componentes, que derivó en problemas internos que contaminaron la relación entre todos ellos. En último término fue un caso de profecía autocumplida en el que el disco funcionó a la manera de una ouija para invocar inconscientemente las sombras que se cernían sobre la banda y que, una vez se habían materializado, le exigieron al grupo que pusiera el freno de mano a su descontrolado ritmo vital y artístico, tomando, como consecuencia, su primer descanso alejados de la escena.
Inject your soul with liberty, it´s free, it´s free
Salvation, To the Faithful Departed
Comoquiera que, transcurrido un breve período de tiempo la banda enterró el hacha de guerra, sus componentes escogieron dicho título para su siguiente álbum, Bury the Hatchet, de 1999, toda una declaración de sus intenciones de vuelta a los orígenes y reconciliación, primero entre ellos y, a continuación, con el resto del mundo, lo que se traduce, en última instancia, en su intento de empezar de nuevo. Por ese motivo la temática del grupo regresa a temas maduros pero más afables, como el amor, tanto en su vertiente romántica como en la familiar, los hijos, el matrimonio, o el compromiso. Se nos muestran, en definitiva, unos Cranberries responsabilizados y centrados en sentimientos más cotidianos y menos espirituales, que sientan la cabeza y se lanzan a una gira más relajada, como buenos padres y madres de familia que son a estas alturas.
Sin embargo, aquella época relajada tenía una contrapartida menos amena, que derritió el fino equilibrio que mantenían los músicos, como una frágil capa de hielo. Casi sin darse cuenta, la rutina carcomía poco a poco la formación, inmersa paulatinamente en una fase de declive a partir de 2001, fecha de publicación del trabajo que menos gustó entre su fanaticada, Wake up and Smell the Coffee, que vino acompañado de ediciones recopilatorias en el siguiente año, todo lo cual, en su conjunto, mostraba la falta de ideas de una banda que había exprimido su fórmula durante casi una década. Durante la subsiguiente gira los miembros del grupo despertaron a la realidad, tal como anunciaba proféticamente el título de este último disco y, en septiembre de 2003, decidieron un prolongado cese efectivo de su conviviencia, con la intención de probar por caminos separados.
And in the day, everything´s complex, there´s nothing simple when I´m not around you
When you’re gone, To the Faithful Departed
En aquellos días nuestra protagonista comenzó su carrera en solitario, que la llevó a lanzar dos trabajos, Are You Listening? , en 2007, y, No Baggage, en 2009, álbumes oscuros y experimentales de la artista irlandesa, que se desnudaba impúdicamente delante de su público, para exhibir con total libertad sus inquietudes y experiencias personales, superando el recato que le suponía exponerse al natural cuando la artista estaba integrada en la banda. Ambas obras suponen un viaje al mundo interior de Dolores, con sus vaivenes, sus traumas y sus problemas personales, pero que dejan lugar a la esperanza y a la belleza, lo que supone, en resumidas cuentas, una bonita metáfora de su propia existencia.
A continuación, llegará una época de zozobra en la que se entremezcla una atípica reconciliación con su antiguo grupo, durante la cual superan en falso sus diferencias y se reúnen con el objeto de una nueva gira y el lanzamiento del disco de 2012, Roses, para, acto seguido, ponerse en los juzgados por los derechos de las canciones de los Cranberries, pintoresco batido de ideas que, por algún oscuro motivo, sonaron tan bien en sus cabezas como para llevarlas a la práctica. Como consecuencia lógica de semejante sucesión de acontecimientos contradictorios, los dos primeros incompatibles con el tercero, el grupo se volvió a separar, sin saber, tristemente, que Roses sería el último álbum de estudio que podrían grabar todos juntos. En este trabajo, como los buenos ex, visitan los lugares comunes de sus reencuentros, es decir, el amor y las relaciones humanas desde el punto de vista de la madurez de unas personas que se consideran ya de vuelta, por lo que miran hacia atrás con nostalgia, tratando de recuperar la inocencia perdida, que destilaba su primer trabajo, cuando se lanzaban a cumplir sus sueños, forjando unos vínculos mucho más sanos. El final de este periodo convulso que atraviesa Dolores viene marcado por el lanzamiento del disco Science Agrees con el grupo D.A.R.K., un interesante y sofisticado proyecto en el que la artista retoma esa faceta suya más oscura en la banda que forma junto con su pareja, el DJ Olé Koretsky, y con el bajista Andy Rourke, que rezuma un estilo electrónico y recargado, plagado de arreglos y de toques psicodélicos, que se aleja de la obra de sus chicos de Limerick.
Ya en 2017, hay una nueva reunión con sus compañeros de siempre, con los que lanza el disco de versiones acústicas Something Else, protagonista de la gira del concierto que nunca fue, y, antes de que las Moiras decidan segar el fino hilo de su vida de sólo 46 años, participa en algunas sesiones de grabación, entre las cuales se encuentra All Over Now, literalmente el canto de cisne de Dolores O´Riordan, corte que se incluyó en el álbum póstumo de la cantante con los Cranberries, In the end. Este trabajo fue montado con el material de estudio previamente grabado por la banda y tiene como temática principal, con toda lógica, la despedida del grupo que, tras la desaparición de su líder, decidió disolverse definitivamente.
Do you remember? Do you recall? Do you remember? I remember it all
All over now, In the end
Por último, a modo de resumen de la trayectoria de la inolvidable cantante, os dejo unas pinceladas de la obra de la artista irlandesa, por orden de preferencia personal.
Promises (Bury the Hatchet) es la canción más rockera de la banda, un grito de guerra sobre la ruptura y las decepciones, con un tono desgarrado tanto en la música, como en la voz y en la propia letra, que resultan en comandita muy apropiadas para hablar de promesas incumplidas. El ritmo se construye en torno a un poderoso riff y la parte del solo tiene tintes épicos, que expresan la búsqueda de la redención. Como anécdota, la estética oscura del vídeo, que tiene como escenario un sombrío pueblo abandonado del oeste, acosado por un villano fantasmal, me recuerda al último episodio de Dragones y Mazmorras; supongo que no es casualidad. Mi canción favorita de los Cranberries.
I can’t be with you (No Need to Argue) es una sentida carta al amor que no ha podido ser, a una ruptura que viene acompañada del reverso de ilusiones rotas y soledad que estallan con el final de la relación. La vocalista expresa su resistencia a la realidad con el tono desesperado de la letra y las subidas del tono en los puentes. El exquisito arpegio de guitarra lo convierte en uno de los temas más reconocibles y bellos del grupo.
When you’re gone (To the Faithful Departed) es un tema sobre el amor a una pareja y la angustia que provoca su ausencia, en este caso eventual. La vocalista se vacía por completo en una de sus interpretaciones más deliciosas para imprimirle toda la personalidad al tema, acompañada de unos toques bluseros en los arreglos de guitarra y un órgano de iglesia en la melodía, que entristecen el conjunto de la obra.
Salvation (To the Faithful Departed) es otra pieza en la que el grupo explota su faceta más rockera, con una potente línea del bajo que lidera un ritmo muy animado, apropiado para una canción denuncia en la que Dolores nos advierte sobre los peligros de las drogas, especialmente para la juventud. El vídeo resulta muy siniestro, protagonizado con un remedo del payaso Pennywise, de la novela It de Stephen King, en versión narcotraficante, que se dedica a introducir adolescentes en el mundo de las drogas.
Animal Instinct (Bury the Hatchet) es aparentemente sencilla, pero muy profunda, puesto que está dedicada a la maternidad, desde un punto de vista visceral, en el que se reivindica la fortaleza del hecho de ser madre frente a las alteraciones físicas y emocionales que conlleva, así como las dificultades de la crianza. Ese punto de seriedad se consigue con una melodía principal que suena muy madura.
Just My Imagination (Bury the Hatchet), sobre el amor juvenil, tan despreocupado como ilusorio, que sólo existe en la imaginación, y no viene cargado de las responsabilidades rutinarias que conllevan las relaciones estables. Precisamente por eso resulta una canción de estrofas muy alegres, en tanto que los estribillos y la melodía de guitarra resultan algo nostálgicos, como evocando la faceta amorosa más realista, hasta la explosión final de la última estrofa, cuando la intérprete, de una manera muy infantil, expresa a voz en grito que ese amor no es exclusivamente fruto de su imaginación.
You and Me (Bury the Hatchet) es un corte muy feliz, dedicada a Taylor, el hijo mayor de Dolores, que se construye sobre un arpegio que acompaña a la vocalista, junto con la línea del bajo y la aparición ocasional de instrumentos de viento y un sintetizador que proporcionan cierta rotundidad a la composición, tal como lo es el amor maternal.
Dreams (Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?), canción mística en la que Dolores modula la voz sobre la línea del bajo y un suave y limpio arpegio de guitarra, que le da un sonido con tintes oníricos muy reconocible dentro de la trayectoria de la banda.
Linger (Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?) es un tema escolástico dentro de la obra del grupo, que canta al amor tóxico y a las mentiras que lo envuelven. Muy ligero y triste, coquetea con el blues, como buena canción de desamor, e incorpora una melodía de instrumentos de cuerda, que entronca con el folk celta. Resulta muy apropiada para un tierno baile en pareja, siempre que no se preste atención a la letra.
Zombie (No Need to Argue) es la composición más popular de los Cranberries, aunque no tenga su sonido más identitario. Es un tema más largo de lo normal, que intercala ritmos de guitarra muy pesados con calmados interludios en los que se escuchan arreglos tristones sobre la línea del bajo, que la envuelven de una pátina tenebrosa. La chirriante melodía y los alaridos de la vocalista evocan las heridas del conflicto irlandés que denuncia.
Analyse (Wake up and Smell the Coffee) se trata de un corte que revive la atmósfera onírica de Dreams, en la que el grupo se hace una especie de homenaje mindfulness, reinterpretando uno de sus primeros éxitos, bajo la premisa de no pensar y vivir el momento presente, con una potente percusión, una base rítmica más machacona que la de su hermano mayor, y un solo de guitarra muy característico en el puente.
Ode to My Family, (No Need to Argue) es una nostálgica canción sobre el paso de la infancia a la madurez y la aceptación personal, compuesta sobre un melancólico arpegio y una base rítmica muy suave, hacia la que al final se incorporan cuerdas que ejecutan la melodía de un tema que, de lánguido, resulta casi quebradizo.
Dreaming my dreams (No Need to Argue), es una melosa composición en la que una Dolores ingenua canta al amor romántico al ritmo de la guitarra acústica y una suave percusión, que remata un sencillo solo de guitarra eléctrica acompañado por la candorosa melodía de un violín.
Ordinary Day (Are you listening?, en solitario) es un corte de estilo pop con un toque diferente al de las obras compuestas con el grupo, en el que se incorporan unos arreglos de guitarra más sutiles que quedan en segundo plano y un acompañamiento acústico, todo muy al estilo de Suzanne Vega. En este tema la compositora se encuentra a sí misma y a sus propios desengaños, focalizados en otro inalcanzable amor de ensueño, que la vocalista encara con la actitud cínica y desengañada de quien repite sus errores.
Tomorrow (Roses) es un tema de un ritmo vivo y con un guitarrero muy limpio, que contrasta con las suaves armonías vocales, en el que Dolores, después de tantas heridas, se pone a sí misma delante del espejo con la esperanza puesta en el futuro. No obstante, el deje de melancolía que planea sobre la composición sugiere que este intento está condenado al fracaso.
All over now (In the end) es una pieza crepuscular con tintes rockeros que canta con nostalgia a la ruptura final de una relación tóxica, sobre un ritmo suave y sencillo. Este corte minimalista y comedido supone el testamento de Dolores y deja un inevitable poso de tristeza.
Traducciones del inglés propias y libres (como el autor)
(Portada) cortesía de https://www.flickr.com/photos/benymarc/8155543489
1 Cortesía de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cranberries_Live_In_BCN_10_4_2012.JPG
2 Cortesía de https://www.flickr.com/photos/ltdemartinet/5906104681/in/photostream/
3 Cortesía de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/47/Dolores_O%27Riordan.jpg
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