El cine y la música son dos de los bellos artes que mantienen una relación más íntima, a veces como un noviazgo bien avenido, en otras ocasiones como un matrimonio de conveniencia y, en algunos casos, como esas parejas pelmazas que publicitan sus querellas a la menor ocasión y, consecuentemente, cuesta entender cómo siguen juntos.
La simbiosis entre ambas expresiones artísticas ha alcanzado tal nivel que se hace extraño ver una escena relevante de una película que no tenga de fondo algún tema musical, a excepción de los directores de cine independiente, experimental y demás rarezas, que sí prescinden voluntariamente de lo que constituye un aderezo para embellecer o darle más contenido a la narración. Estos comportamientos encajan en el exceso de confianza, cuando no en la soberbia, al igual que un duelista que se ata una mano antes de batirse, quien, con independencia del resultado, perderá sin lugar a dudas en la estética de su ejecución.
Otras veces ha sucedido que la canción se ha dado a conocer a remolque de una exitosa producción, que ha lanzado a la fama alguna alhaja escondida, enterrada a la espera de que algún perspicaz director hiciera un fino trabajo de arqueología para mostrarla al mundo, o, por el contrario, preparada ex profeso para la ocasión, anudando, en cualquier caso, un vínculo inseparable entre sonido e imagen.
Comoquiera que, ya sea por uno u otro de los motivos expuestos, resulta relativamente cotidiano distraerse con una película, con más o menos interés, y que, sin previo aviso, suenen los vibrantes acordes o la voz legendaria de aquel temazo de rock que acelera el pulso y el corazón y complementa perfectamente el visionado, o incluso se encuentra en un plano artístico tan superior que se lleva al espectador en volandas, rescatándolo de la misma película para centrarse en la escucha de los ritmos, hemos considerado oportuno traer a colación unos cuantos de esos momentos.
Se trata, en última instancia, de un ligero repaso a vuela pluma de algunas de las escenas en las que podemos disfrutar de un buen tema rockero, sin más pretensión que reunirlas en esta vuestra página. El ranking que proponemos conforma un crisol más o menos inspirador, sin ánimo exhaustivo, seleccionando en sentido ascendente, según el encaje de la música con la escena y el momento que ésta ocupa en la película, no partiendo de la calidad de ninguna de las dos, lo cual no deja de tener su gracia. En definitiva, el repertorio es una miscelánea para catar delicatessen de distintas ramas del rock, y de distintos estilos filmográficos, que puede animar a verlas o, en otros casos, suponen una invitación a invertir el tiempo en algo mejor… ¡silencio, se rueda!
Princess of the Universe – Los Inmortales. Hablamos de una película que ha envejecido fatal, en la que a estas alturas, lo mejor es la música del álbum A Kind of Magic, muy por encima de la actuación de Christopher Lambert y los trasnochados efectos especiales del montaje, al que sólo falta exhibir los cables que sujetan a los espadachines durante sus enfrentamientos. El tema en cuestión suena durante los letreros de inicio, en los que se nos anticipa la historia al estilo Blade Runner, aunque con mucho menos gracia que en la obra maestra de Ridley Scott. A partir de la canción de Queen, decadencia, que diría Picasso.
Linger – Click. Ya anticipamos en el artículo sobre Dolores O´Riordan que el Ángel de Limerick hace acto de presencia en esta prescindible obra, en el que la irlandesa interpreta a un trasunto de sí misma, una cantante de grupo de versiones que toca esta lenta canción, durante el baile que los dos enamorados Adam Sandler y Kate Beckinsale se marcan en la boda de su hijo, con final inesperado.
Baba O´Riley – Pequeñas mentiras para estar juntos. Esta película francesa presuntamente cómica sobre la crisis del paso de la madurez de los protagonistas, en la que brilla la presencia de Marion Cotillard, como siempre en su línea, alcanza su clímax en una escena muy curiosa en la que los protagonistas deciden lanzarse en paracaídas para rebelarse contra su propia decadencia. El temazo de The Who acompaña el vuelo y supone una metáfora perfecta de las sensaciones de los improvisados paracaidistas en su vertiginoso descenso, por el subidón que provocan en el espectador los impetuosos acordes de Pete Townsend y los poderosos pulmones de Roger Daltry.
Neutral Star Collision (Love is forever) – La Saga Crepúsculo: Eclipse. Resulta que Stephenie Meyer, la autora de este pastelazo, es fan de Muse y ellos decidieron recompensar su fidelidad componiendo esta canción expresamente para el film, aunque posteriormente no quedaron satisfechos por considerarla más comercial que artística, por debajo de su estándar de calidad. Por si fuera poco, en el montaje final la obra suena durante la fiesta de graduación en la que los protagonistas dejan a un lado las libaciones de sangre y vuelven a la temática principal de la dura vida de los institutos americanos; lástima que no pasara por allí nuestro vampiricida favorito, Ozzy Osbourne. Verse mezclados en semejante despropósito tuvo que terminar de traumatizar a los geniales compositores, si bien, no obstante, y a pesar de toda la polémica, este tema se incluyó en la gira del álbum Resistance, que llevó a los musos por todo el mundo en 2010.
North Star – Transformers 3 El lado oscuro de la luna. Se trata es una canción muy poco conocida de U2, por lo que merece la pena mencionarla. Suena durante un tierno receso en el cual que los protagonistas se centran en sus propios sentimientos para plantearse su futuro como pareja, aprovechando que, por un rato, Autobots y Decepticons se olvidan de sus discrepancias, siempre dilucidadas a base de destrucción masiva y tentetieso. En ese descanso suena la balada de los irlandeses, que estrenaron en la gira del 360º y tocaron a su paso por Sevilla, para incitar a Shia Laboeuf y Rosie Huntington-Whitley a hacerse cariñitos y anticipar su inminente ruptura, puesto que esas conversaciones nunca acaban bien en las películas. Por su parte, las gigantescas creaciones tendrán tiempo a lo largo del resto del metraje para llevarse por delante el medio mundo que queda en pie después de las dos primeras partes.
For whom the bell tolls – Bienvenidos a Zombieland/ Master of puppets – Zombieland mata y remata. Estimulante tradición la que instaura esta franquicia de abrir los títulos de crédito al ritmo de los cuatro jinetes de San Francisco. En la primera de ellas se hace una elipsis del armagedón de infectados que arrasó el mundo previamente a la historia que se relata, con bellas imágenes a cámara lenta de la lucha entre los humanos y los monstruos que tratan de devorarlos. En la escena introductoria de la segunda parte suena la pieza de Metallica mientras los protagonistas de la peli postapocalíptica se dirigen a la Casa Blanca para aprovechar las posibilidades que les ofrece la supervivencia en ese nuevo orden social. Comoquiera que los zombis les quieren impedir el paso y les ofrecen poco margen a la negociación, ellos no tienen más remedio que resolver la controversia a tiro limpio.
We will rock you – Destino de Caballero . Esta obra es una pintoresca película medieval protagonizada por el mejor Joker de la historia, el añorado Heath Ledger, en la que se narran las aventuras de un aspirante a caballero como si fuera un ídolo del deporte actual. A mí, particularmente, la película no me mata, si bien reconozco la originalidad en el tratamiento de la problemática del siempre complicado ascenso social en los estamentos feudales. El clásico de Queen suena durante la escena de un torneo, en la que el público corea la batería de Roger Taylor como si fuera el pabellón Staples Centre de Los Ángeles en un séptimo partido de eliminatoria de playoffs de NBA. El resultado final queda muy bien.
Eye of the Tiger – Rocky 3. El corte de Survivor, compuesto especialmente para la ocasión, insufla a Stallone la fuerza necesaria para volver a los entrenamientos después de besar la lona ante los puños de nuestro ídolo de infancia Mr. T, que interpreta un malo malísimo, carcomido por el rencor y la envidia hacia el éxito de Balboa. Entonces Rocky abandona la vida regalada y de celebridad que le habían proporcionado los laureles del éxito, para volver a ser el boxeador del pueblo, entrenado bajo la tutela de su antiguo némesis, Apollo Creed. Con todo, el guitarreo espolea mucho más que la voz, que una vez que pone en pie a las masas, las invita a sentarse de nuevo…
Shoot to thrill – Iron Man 2. Muy apropiado ver a Robert Downey Jr. vacilando al resto de la humanidad en la Expo organizada a mayor gloria y lucimiento de su álter ego Tony Stark, donde se presenta rodeado de un batallón de cheerleaders como una estrella del rock, al ritmo de Angus Young y Brian Jonhson, aparentemente para presentar sus nuevos cacharritos de Iron Man, si bien, en realidad, lo que pretende recordarnos es aquello que popularizó Emilio Aragón; “yo soy Iron Man y usted no lo es”.
I´m shipping out to Boston – Infiltrados. El tema principal de la película, que corre a cargo del grupo Dropkick Murphys, que mezcla con muy buen gusto e intensidad la tradición folk irlandesa y el rock americano más potente, se escucha varias veces a lo largo del metraje, entretanto Jack Nicholson, Matt Damon y Leonardo Di Caprio se van alternando en el juego de traiciones de la mafia y la poli de Boston, tejido por Scorsese para hacernos perderles la pista a unos y otros.
Another Way to Die – Quantum of solace. Ésta tiene truco porque todas las escenas de créditos de las películas de 007 vienen acompañadas de un tema musical del artista de moda, sobre las imágenes oníricas que resumen el argumento de la película. En este caso Jack White y Alicia Keys unen sus voces para la ocasión con muy buen resultado, componiendo un temazo muy rockero que explota sus voces blueseras para ilustrar el entretenido film de Daniel Craig, el James Bond que yo me llevaría a una mudanza, durante el que danza por medio mundo acompañado de Olga Kuylenko y Gemma Arterton (que homenajea la escena más famosa de Goldfinger) para salvarnos de la amenaza del villano de turno, en este caso Mathieu Amalric, al que le ajusta las cuentas en el desierto de Atacama, sin la pizca de compasión que reclama el título.
My Sharona – Bocados de Realidad. Los cuatro protagonistas se pasan por el supermercado para hacer la compra más animada de la historia del cine, improvisando un simpático baile en la caja al son del one hit wonder de The Knack, que oportunamente suena en los altavoces del establecimiento. Winona Rider, Ethan Hawke y el resto de la pandilla ya tendrán tiempo, al igual de los espectadores, de volver a los problemas de su rutina diaria. Sin duda esta interpretación se lleva el premio a la escena buenrollera.
City of blinding lights – El diablo viste de Prada. Película bastante sobrevalorada sobre el maltrato que ejerce la dominatrix directora de una revista de moda, una Meryl Streep a lo Cruella De Vile, sobre su equipo de cuasi esclavos, incluida una impresionable Anne Hathaway, que entretanto desarrolla síndrome de Estocolmo, se deja subyugar por aquélla. Sin embargo, por motivos en los que tampoco merece la pena ahondar, la jefa decide llevarse a su asistente a un desfile de moda en París, donde vemos una serie de planos nocturnos de la Ciudad de la Luz y sus brillantes edificios principales, avalorados por el himno del siglo XXI de U2, que encaja como un guante, a pesar de que el corte está dedicado originalmente a la metrópoli de Nueva York . Sin embargo, el cambio de destinataria le sienta bien a la canción; al fin y al cabo, París bien vale una misa.
Make me smile (Come up and see me) – Full Monty. La comedia dramática o el drama cómico sobre la crisis de empleo de la zonas industriales británicas deprimidas y las consecuencias sobre los desheredados que se han quedado en la calle y, como siempre, pagan el pato tiene grandes momentos musicales. En este caso nos centramos en una agradable escena en la que, mientras el equipo de improvisados coreógrafos trata inútilmente de ponerse en forma para su actuación, celebrando un partido de fútbol en medio de un parque, suena el tema de Steve Harley, que le da un toque de amarga alegría y de ternura, las mismas sensaciones que desprende en su conjunto todo el film liderado por Robert Carlyle y Tom Wilkinson.
Hotel California – El Gran Lebowski. Esta escena tiene su punto, puesto que durante la sugerente y erótica presentación del personaje de Jesús Quintana (John Turturro) en la bolera, se escucha de fondo una versión rumbera del Hotel California de los Gipsy Kings, entretanto el actor sexualiza impúdicamente la bola antes de ejecutar su demoledor swing. Si bien no es el tema original, queda muy apropiado para la ocasión, máxime teniendo en cuenta la tirria que demuestra el protagonista Jeff Bridges hacia los Eagles a los largo del metraje.
Battery – Proyect X. Este falso documental narra la celebración de una fiesta juvenil que se va de las manos paulatinamente, hasta un desmadre final que obliga a la intervención de las autoridades en el infierno en el que se ha convertido el barrio donde se desarrolla la trama, con la misma sutileza que la aviación aliada actuó sobre Dresden en la Segunda Guerra Mundial. Entonces, en medio de la destrucción, escuchamos a los citados cuatro jinetes de San Francisco, que galopan en uno de sus temas más potentes de su álbum Master of puppets.
You could be mine – Terminator 2. John Connor (Edward Furlong) cacharrea en una Honda RX, antes de salir a dar una vuelta en plan gamberrete , sin saber que lo está esperando el perverso T1000, metido a camionero ocasional, al más puro estilo el Diablo sobre Ruedas, con la intención de quitarlo de en medio y liquidar la resistencia contra la futura rebelión de las máquinas. Menos mal que Schwartzennegger lo había visto venir y se cruza en su camino a lomos de una Harley. Antes de que se desencadene la acción, disfrutamos con los escandalosos ritmos de la Gibson Les Paul de Slash y la histriónica voz de Axl, a los que esperemos volver a ver en directo si por fin se materializa el concierto más largo del mundo. Chicos malos, chupas de cuero, motocicletas y guitarreo del bueno, una escena que es Rock´n Roll en estado puro.
Hey you – Salidos de cuentas. La afición a los psicotrópicos de su compañero de fatigas, Zach Galifianakis, y las ventanillas bajadas del vehículo donde viajan, le juega una mala pasada a un alucinado Robert Downey Jr. entretanto en la radio del coche suena el clásico de Pink Floyd, con David Gilmour a la voz y la guitarra, lo que conforma en conjunto una escena muy absurda, dentro de una road movie bastante absurda de por sí. Grandes los protagonistas, que que se mueven como pez en el agua en su cómica actuación, y muy avispado y oportuno el director, Todd Phillips, al recurrir al grupo psicodélico por excelencia para ilustrar esta estupefaciente escena.
Girl you´ll be a woman soon – Pulp Fiction. Seguimos con los narcóticos, en esta ocasión en una de las obras maestras de Tarantino, al que yo llamo Tino, gracias a la cual se dio a conocer la mágica Uma Thurman y en la que el director hizo esfuerzos tan encomiables como baldíos para rescatar a Travolta al mundo de la interpretación. La escena se desarrolla en dos planos distintos, en tanto que ella baila y se coloca en el salón, él se enfrenta a sus propias diatribas en el baño, tratando de resolver el complicado dilema de qué hacer cuando la pareja de tu jefe mafioso se te muestra receptiva y ha puesto en el tocadiscos el corte de Urge Overkill para preparar el ambiente. Un apagado rock clásico para bailar cuerpo a cuerpo, con una letra atrevida que invita a la chica a dejarse llevar en cuanto termine su suave melodía, sin pensar en las consecuencias posteriores, cuando el capo Marsellus Wallace (Ving Rhames) se entere de lo que sucede a sus (inmensas) espaldas.
The Brazilian – Palm Springs. Muy agradable sorpresa la que nos proporciona una película de la que se puede contar lo justo, porque es mejor acercarse y disfrutarla sin tener ni idea del argumento. Esta pequeña joya contiene una escena mítica cuando la protagonista Cristin Milioti decide coger el toro por los cuernos y poner punto final a la surrealista situación en la que se encuentra, momento en el que suena el poderoso tema de Génesis, liderado por la atronadora batería de Phil Collins, que incluye un gong como guinda del pastel, aderezado con los arreglos industriales que ejecuta Tony Banks a los teclados, combinación rítmica que acelera el corazón como un potro salvaje desbocado.
Simpathy for the devil – Fallen. El corte suena al final de la diabólica película de suspense de Denzel Washington, otro destacado representante del club de los intensitos, y John Goodman, que hace un papelón espectacular. Un inquietante film muy entretenido, el que más me gusta de su protagonista, con un ambiente malsano y una trama muy bien hilada que alcanza su clímax con el felino monólogo final, al son de la inmortal pieza de los Rolling Stones, con la que conforma un encaje perfecto, y nos lleva a sonreír por primera y única vez a lo largo de las dos horas de metraje.
Feuer Frei! – XXX. Los chicos de Timo Lindemann se presentan en persona para interpretar uno de sus temas más fogosos en una discoteca repleta de sujetos alternativos, ellos mismos, sin ir más lejos, entre los que se cuelan los espías posmodernos que protagonizan la película para deshacerse de un informante, aprovechando el jolgorio y el desorden que reinan en el local. Rammstein merece encabezar el ránking por la presencia del grupo en el escenario que, incluso en un playback de película, lo dan todo.
Aquí os dejo la playlist, sin duda variada y adaptable a todos los gustos.
(Portada) Cortesía de https://es.wikipedia.org/wiki/Hollywood_Sign#/media/Archivo:Hollywood_Sign_PB050006.jpg
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