30 años del «Black Album» de Metallica

Del 12 de agosto de 1991 al 2021

Pues como el que no quiere la cosa, ya han pasado 30 años, sí, has leído bien, 30 años de uno de los discos más importantes de la historia del metal en el mundo y uno de los discos preferidos de toda la historia de un servidor.

Corría el verano de 1991, yo apenas atesoraba 16 años cuando el «Black Album» o disco homónimo de Metallica, salía a la luz, haciendo temblar los cimientos del mundo musical.

Yo por aquellas entonces, jovenzuelo imberbe, hacía 2 o 3 años que me había introducido en el mundo del metal, comenzando con las bandas de la época, tales como Bon Jovi, Helloween, Iron Maiden, Metallica, Anthrax, y Megadeth principalmente. Y este «Black Album» cambió mi forma de ver la música y el metal en general.

Vaya por delante, que aunque me lluevan críticas, para mí Metallica no ha sido una banda típica de thrash metal. De acuerdo que tiene riffs acelerados, algunas canciones muy cercanas al thrash, pero yo nunca los he considerado thrash metal de manual. Para eso siempre he considerado a bandas como Slayer (que no me gustan), Kreator, Overkill, Sepultura, Destruction, etc…

Pero Metallica siempre han tenido algo que me ha atraído y encantado. Flipé con el «Ride the Lightning», «Master of Puppets» me fascina de principio a fin, «And justice» es un discazo en el cual se acercan, y mucho, a derroteros mas técnicos que rabiosos (con el trillado fallo de que no se oye el bajo).

Y después de este paréntesis necesario para dar mi punto de vista sobre un tema peliagudo, vuelvo al verano del 1991.

Porque en la primavera – verano de ese año, se nos bombardea y machaca a nivel mundial con el nuevo disco de los 4 jinetes de negro, con la nueva bomba sónica con la que nos amenazaban los de San Francisco.

A finales de julio, empezó a sonar en las emisoras de radio, sí, lees bien, emisoras de radio, una canción del nuevo disco, de titulo «Enter Sandman» y literalmente yo me volvía loco. Este tema me encantó desde los primeros acordes. Me fascinó el poderío del tema, que sin ser veloz ni agresivo, desprendía y desprende hoy día una energía difícil de igualar. De hecho 30 años después es el tema con el que han cerrado los conciertos de la gira de «Hardwired» (su último disco y que he tenido el placer de ver 2 veces en vivo).

Entonces, lo que ahora se denomina “hype”, en aquellos tiempos era fanatismo. La gente se volvió como loca, esperando que llegara la fecha de salida del disco, haciendo colas en las tiendas de discos, sí, has leído bien, colas en tiendas de discos para poder comprar ese preciado tesoro, que casi todo el mundo intuía que podía ser ese trabajo.

Yo de hecho lo tuve que comprar unos cuantos años después porque por aquel verano ni trabajaba siquiera, con lo cual el acceso al dinero para poder comprar ni tan siquiera el cassette era inviable para mí. Tuve que esperar a que empezara a circular de grabaciones en cassette a cassette hasta que lo logré. Lo compré en cd varios años después y este 30 aniversario me he podido permitir la copia remasterizada.

Recuerdo imágenes de gente en San Francisco haciendo las colas y tiendas abriendo a las 00:00 del día 12 agosto para que la gente pudiera entrar y comprarse su copia. Imágenes que por cierto la banda siempre se ha encargado de recordar y emitir.

Y es que no es para menos, pues es uno de los pocos discos que prácticamente no se le puede poner un pero. Soy de los que piensa que el disco perfecto no existe, pero este roza la perfección.

Empezando por «Enter Sandman», que ya comenté antes, hasta «Struggle Within» vimos la evolución del metal mas agresivo del master al metal más moderno, con un sonido mas actualizado, buscando riffs y canciones quizás mas accesibles a un publico mas generalista pero con la misma garra de los anteriores trabajos de la banda.

Decir tiene que el disco también causo mucha controversia, precisamente, por este giro en el sonido, ya que muchos fans empezaron a criticar y crucificar a la banda, incluso llegando a quemar sus discos, porque aseguraban que se habían vendido.

Pero para mí fue todo lo contrario. Quizás este disco fue la puerta de entrada y la forma de ver que siempre hay que tener la mente abierta en este mundo. Y que a la hora de escuchar música, siempre hay que abrir los oídos y la mente y dejarte llevar por los acordes y los riffs. Y si después de escucharlo te gusta, no tener reparos en reconocerlo.

Y es que «Sad But True» es un temazo denso, largo, a caballo entre lo opresivo y lo rabioso, que me pone los pelos como escarpias.

«Holier Than Thou» y «Throught The Never» son 2 temas trepidantes, rápidos, dando a entender que no se han olvidado de dar caña como antaño.

«The Unforgiven» y «Nothing else matters» son dos baladones que incluso después de 30 años me siguen haciendo brotar lagrimas cuando las oigo. «Nothing» es un tema fijo en todos los setlist de la banda a día de hoy.

«Wherever I May Roam» es otra oda a la intensidad y una perfecta manera de demostrar que para hacer un tema intenso y rabioso no hace falta meter doble bombo a piñón.

«Don’t Tread On Me» y «Of Wolf And Man» son otros dos temas que en su momento fueron sorprendentes por los aires mas “marciales”. Dos temas a unos tempos mas lentos que en otros temas del disco, pero con una intensidad asombrosa.

«The God That Failed» sigue la onda de los dos anteriores, tempo lento pero intenso.

«My Friend Of Misery» será recordada siempre por la intro del bajo del Sr. Newsted.

Y «The Struggle Within», el tema que cierra, es otro cañonazo rápido y rabioso para acabar de rendirte al disco. Que por cierto es una táctica que han vuelto a recuperar en su ultimo trabajo «Hardwired» con el tema «Spit out the bone».

En cuanto al apartado de producción, el cambio a Bob Rock se nota mucho en el sonido, ya que veníamos de un «And justice» con sonido demasiado afilado y con ausencia total de bajo, y aquí entre Bob y la banda consiguieron crear un sonido nítido, donde todos los instrumentos se oyen por igual y donde la voz de Hetfield está cuasi perfecta. Y eso que en el proceso de grabación no tomaban muy en serio a Bob, pero después le agradecieron y creo que a día de hoy todavía le agradecen el trabajo que realizó.

En definitiva, como comenté antes, un disco casi perfecto. Rabia y melodía a partes iguales, acercamientos al sonido mas primigenio de la banda pero manteniendo la comercialidad que se habían marcado antes de editar el disco, ya que su intención fue dar un vuelco al mundo del metal y a fe que lo consiguieron.

Y tal fue la respuesta del público en general, que en cuestión de días fue numero uno de ventas en Reino Unido y Estados Unidos, y en menos de un mes ya era número uno de ventas en gran parte de Europa, Australia y Canadá.

De hecho, en 2016 publicaron que habían vendido mas de 16.000.000 de copias en todo el mundo, ahí es nada, si no es el disco más vendido de la historia del metal, poco le falta.

Y con todo esto, la banda se embarcó en una de las giras mas exitosas y extensas de su carrera, llevando un escenario en forma de cabeza de serpiente, en la cual, dentro de ella había fans (previo pago de una entrada más cara y exclusiva), llevando 2 kits de batería que en la canción «The Four Horsemen» salían a escena y el señor Ulrich en el trozo del centro del tema que sólo van las guitarras corría de una a otra.. y tocando prácticamente 3 horas en cada show.

Gira que por supuesto pasó por Barcelona y a la cuál no pude asistir por lo que comenté antes de la edad y la falta de poder adquisitivo.

Y que después se encargaron de plasmar en vídeo con el trabajo «Live Shit… Binge and Purgue» y que he visto hasta la saciedad.

En total, que Metallica se propuso cambiar el mundo del metal y lo consiguió. Consiguió estar en boca de todo el mundo, para bien o para mal y que a día de hoy este «Black Album», al menos a un servidor, le sigue poniendo los pelos de punta.

Feliz 30 aniversario.